Crónicas

En la Monumental México… Miguel Aguilar, ilusionó; Roberto Román, conmiseró

Con una entrada modesta, en la Monumental Plaza de Toros México, para el festejo sin picadores, se han lidiado erales correctamente presentados, primero, cuarto y sexto de La Joya, que han resultado encastados; y otros tantos de Santa María de Xalpa, que hicieron segundo, tercero y quinto, los dos primeros mansos y descastados, el quinto, tuvo movilidad y dio facilidades para el gran triunfo.

Miguel Aguilar: Ovación en el tercio; silencio tras dos avisos y silencio tras dos avisos.

Roberto Román: Silencio tras dos avisos; saludó en el tercio intentó dar la vuelta pero el público se lo impidió y palmas tras aviso.

Detalles:

Como sobresaliente ha estado Eduardo Domínguez, quien hizo un quite en el sexto.

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La inexperiencia de los jóvenes les lleva a cometer errores, nada de que alarmarse, si en estos momentos están visitando la necesaria autocrítica para conocer el por qué ocurrieron esas fallas y enmendarlas para transformarlas en sólidos aciertos.

La mayor parte del público que acudió este domingo en cuestión al coso mayor del mundo, ha sido muy generoso en cuanto a su apreciación, fundamentalmente con el joven, Roberto Román, eso está muy bien, mientras no se hayan conmiserado por haber sufrido serios guantazos por parte de los erales que tuvo frente a él, desde el primer quite que hizo al que abrió plaza.

Porque, salvo mejor opinión, una cosa es la conmiseración, otra la admiración, y por supuesto… la aburrición.

La conmiseración conduce a tener o mostrar compasión por el débil; mientras que la admiración lleva a la seria valoración muy positiva de una persona por sus extraordinarias cualidades; y la aburrición, nos instala en la desesperación porque no está ocurriendo algo que tenga un fundamento para evolucionar y trascender.

De la primera -la conmiseración- pudo haber existido en el caso de Roberto, porque se notó que anduvo a la deriva en sus ejemplares, y estos lamentablemente hicieron muy feo, en verdad muy feo por él.

De la segunda -la admiración- existió, cuando Miguel Aguilar, con su primero, se observó, desenvuelto, con buenas maneras, intuición y sentido del toreo. Con poca experiencia, sí, porque con sus otros dos ejemplares, nos llevó, en una misma tarde, a transitar de la admiración a la aburrición.

Con el primer eral de La Joya de nombre, Come uñas, Miguel, se dio cuenta desde que salió que enseñó las complicaciones propias que da el genio, y ahí estuvo la importancia de conocer cómo pudo resolver ese duro reto, que incluso, cuando un irreflexivo, Roberto Román, intentó el quite que le correspondía, y acabó tirado en la arena en medio de tremendos derrotes que le dio el de La Joya, dejándole sumamente maltrecho.

El eral desde que salió fue con la cara arriba y la cabeza más suelta que una hélice. Así, que dio inicio a su exposición con la muleta, con pases por alto, lo que le acentuó el defecto; sin embargo, dentro de esa intuición que mostró Miguel, comenzaron aparecer las series con la mano derecha que fueron aplomando al de La Joya, hasta que logró convencer al cónclave de su enorme valía.

Hubo estructura en la faena, y así aparecieron series muy buenas con la diestra, teniendo sólida respuesta con la naturales, algunos intensos y extensos.

Sin embargo, ha estado mal con el acero, mi compañero de asiento, el matador colombiano en el retiro, Emerson Murillo, hizo notar que se tiraba con el brazo encogido, un serio defecto en su incipiente técnica, llevándole a pinchar, luego a dejar una estocada contraria, y al final, escuchar ovación en el tercio.

Sí, la incipiente técnica, que todavía no le ayuda a sacar faena al eral bueno, al malo y al regular…

… ¿que puede conseguirlo?, seguros estamos que así será, porque cualidades las tiene.

Por ello, con Maestro, abusó del encimismo con un eral manso y descastado, y entonces condujo a la aburrición. Ánimo un poco a la asistencia con dosantinas inesperadas, pero volvió a llevarla a la desesperación, cuando dejó dos pinchazos, una entera trasera y escuchar dos avisos, para aparecer el aleccionador silencio.

Con el quinto -su tercero- de Santa María Xalpa, volvió aparecer la esperanza al ver como inteligentemente recogió la embestida, esto es condujo por el buen camino a la huida del eral, hasta obligarlo a acudir a su capote, para recortar con un manguerazo de Villalta.

Después de un espantoso quite de Roberto, al estar haciendo Miguel unas gaoneras resbaló, por fortuna no hubo consecuencia que lamentar.

No sabemos por qué volvió a insistir con los pases por alto como prólogo, pero pareciera que es el inicio fundamental para todos los astados que enfrenta. Vino una primera serie con la diestra que resulto esperanzadora, pero comenzó a descomponer su embestida el astado por falta de dominio, y la solución que halló Miguel fue agobiar al eral con un encimismo asfixiante. Un pinchazo, una media, una entera y dos avisos. Silencio.

Quien es un volcán en erupción, pero sin brújula, es… Roberto Román, a quien habrá que hacerle notar -ya sabrá él si acepta el comentario- que sólo de valor no se consagra un torero, hacen falta muchas cosas más para conquistar el triunfo y el consenso de todos.

Tiene deseos, voluntad, pero hace falta mayor asentamiento, porque a golpes…

… a golpes siempre ganarán los novillos y los toros; y eso de estar como Santo Cristo, no creo que sea la idea, para que al final el cuerpo le obligue a desistir al ya no admitir más heridas o fuertes contusiones.

Con su primero, Príncipe, de Santa María de Xalpa, un eral manso, Roberto, deambuló entre lo correcto y las situaciones vulgares, dejando un horizonte incierto, y dos avisos tras estar mal con el acero.

La gentileza del público, le apoyó cuando aparecieron, con su segundo, pases por abajo de inicio, y dos series correctas con la derecha, pero después de esto, se puso a ahogar al eral y la serie bajó de intensidad.

Cuando intentaba iniciar otra serie de forma irreflexiva, se echó literalmente al eral a su geografía corpórea y, le volvió a dar otra fortísima guantiza.

Dejó un bajonazo que hizo guardia al eral… esto es, la espada se asomó y recordó como los guardias en antaño usaban las espadas afuera del uniforme.

Salió al tercio, y pretendió dar una vuelta, pero el sereno juicio de la mayoría del público se impuso ante la compasión desbordada de algunos que estaban conmovidos por el feo arropón que recibió el muchacho, y lo hicieron regresar al callejón.

Con el que cerró plaza, Roberto, hizo un quite convencional por chicuelinas, Miguel en su turno consumó unas bien logradas zapopinas, que tuvieron respuesta por parte de Roberto. La faena no tuvo estructura y el eral de La Joya que fue muy bueno y que tenía casta, no fue aprovechado por el joven Román.

En medio de esa irreflexión que posee, cuando toreaba con la derecha atropelladamente, otra vez se lo echó encima y le ha dado fuerte paliza a su ya muy golpeado cuerpo, que lo dejó más maltrecho.

Regresó al ruedo, dejó una serie con la derecha a muy prudente distancia, pero el público que estaba sumamente conmovido por la escena dramática que habían vivido, todo le festinó. Mal con la espada, un aviso, y otra tarde que se le va a Roberto Román.

¿Hasta cuando aguantará el cuerpo de Roberto Román tantos fortísimos golpes?

No lo sé, pero ojalá y le aprenda algo a su maestro, César Pastor, que es un sabio en estos menesteres.

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@PERIODISTAURINO 

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